Yo más que hablar de lo que me pueda parecer el disco, porque ya habéis dicho lo que podría pensar de las canciones, o de la producción, o de las letras el Machina más que un sonido para mi es otro tipo de recuerdo muy vívido y sensorial.
Al echar la vista atrás la primera palabra que viene a mi cabeza es la de embotamiento generalizado: sentimientos densos que se entremezclaban con el disco en repeat como banda sonora difusa y secundaria. Frases recitadas mentalmente a modo de mantra en mi cabeza, en aquellas tardes frías y neblinosas zaragozanas, buscando los cielos azules que sólo traían consigo lágrimas. Horas encerrada con todo tipo de disolventes, tintas, pinceles y pinturas variadas, intentando conseguir un efecto ligeramente parecido al de las ilustraciones del libreto, sin duda mi preferido de toda la discografía calabacita.
Época en la que esos amigos inseparables, poco a poco se desperdigaron, desaparecieron para siempre como niños fantasma de los que apenas he sabido nada en todo en todos estos años que han pasado.
Ahora miro atrás y no sé decir si fui felíz en aquella época o si volvería atrás en el tiempo. Sólo añadiré que para mí es un grandísimo disco, y pediré a la radio que ponga mi canción favorita, mientras brindo por la música de nuestras calabazas con vosotros, porque como ya dije en mi primer post este tipo de sensaciones no se pueden compartir con la gente que no los conoce.