Esta es la crónica de Terra acerca del concierto de los Doors del S.XXI en Benidorm ¿Que os parece esta nueva reunion?? ¿Money, Money?
Cronica:
Después de una tarde tormentosa, ya con la luna de fondo, se respiraba en la repleta plaza de toros de Benidorm inquietud y expectativa por lo que podría pasar allí. Poco tiempo después, la figura de Ian Astbury se contoneaba sobre el escenario mientras a su espalda se reproducían vertiginosas imágenes en una oscura carretera.
Así se encendió la mecha, a ritmo de un ‘Roadhouse blues’ sólido, potente y maravillosamente encabezado por Astbury. Después siguieron otras tres joyas más, ‘Break on through’, ‘When the music is over’ y ‘Love me two times’.
El mimetismo físico entre Astbury y Morrison parece incluso excesivo. Tanto por la indumentaria, chaqueta, camisa blanca, pantalones vaqueros, como por el peinado. De hecho, cuando todo esto comenzó, en aquel homenaje que se realizó en Storytellers de la cadena VH1, el ex-cantante de The Cult llevaba el pelo corto e iba enfundado en cuero. En aquella rebosante actuación, Ian aportaba más de su propia personalidad en todos los aspectos y el resultado final parecía tener bastante más lógica (lo puedes ver en los 2 vídeos que hay arriba).
La redención de Astbury
Pese a todo ello, la figura del nuevo cantante de los Doors no se deja sepultar bajo ningún disfraz y, justo cuando empieza a recordar excesivamente a Morrison, resurge con sus ademanes de rock duro y con su peculiar estilo a la hora de cantar.
Precisamente en ‘Alabama Song’ y ‘Backdoor Man’, dos de los temas que interpretó en aquel homenaje, son algunos de los momentos donde muestra su verdadera personalidad. Tras él, figuras psicodélicas dan paso a imágenes de la América de entonces mezcladas con otras actuales. Un puente que recorren los nuevos Doors a ritmo de temas inmortales. Canciones de una época en que el rock representaba una actitud, una cultura y no sólo una sección más del supermercado.
Entusiasmo inagotable
Ray Manzareck, siempre sonriente y simpático, es el que muestra más entusiasmo en todo esto. Robbie Krieger, bastante más castigado por la edad, también lo vive a su manera e introduce nuevas variaciones en su guitarra derivando hacia sonidos de un rock más contemporáneo.
Poco a poco el blues se va abriendo paso en el repertorio hasta culminar en ‘Cars hiss by my window’ donde la voz de Ian se mueve con una elegancia brutal.
Al principio, la gente esquiva los charcos. Con ‘Love her madly’ y ‘Been down so long’ el público danza sin reparos sobre el barro, incluidos viejos y nuevos hippies, rodeados de humo y agradables aromas psicodélicos.
Bache tópico
Por desgracia, con ‘Spanish Caravan’ hubo un pequeño corte en toda esta atmósfera. El concierto sufrió un bache con una parte totalmente prescindible; la visión más guiri de la pandereta. Robbie Krieger saca una bandera española y empieza a torear a Ian Astbury. Después, el guitarrista toca en solitario con la guitarra española. Sí, no lo hace mal, pero simplemente sobra. También sobró que el nuevo cantante haga un juicio popular con Beckham y Victoria y los “oe, oe, oe... ¡España, España!”.
Cabalgando de nuevo
Los Doors ya se habían hecho con el público, sobre todo con Astbury que brincaba, iba de aquí para allá, se acercaba al público... y con todo esto de la pandereta más bien provocaron un efecto contrario. Pero pronto restablecieron esta química ofreciendo nuevas perlas, dos extraordinarias interpretaciones de ‘L’America’ y, sobre todo, ‘Riders on the storm’, respaldada por poéticas imágenes en la pantalla.
Que te den...
‘No to touch the earth’ suena después. ‘L.A. Woman’ representa otro momento culminante del concierto. En los largos desarrollos de este tema Ian sale por un lateral y se queda viendo el concierto desde allí sin que prácticamente nadie se dé cuenta. Después de hacer de improvisado espectador, comienza a saludar a un guarda de seguridad que hay en mitad de la grada pero éste ni se inmuta. Así que opta por cambiar el saludo por otro gesto bastante más obsceno.
Finalmente, vuelve al escenario alabando el trabajo de su compañero con gritos de "¡Roberto! ¡Roberto!". Al final se despiden con un apoteósico y extendido ‘Light my fire’.
Futuro
¿Qué habrá después? La verdadera prueba de fuego estará en sus nuevos temas. Por ahora, han mostrado un homenaje maravilloso donde se vislumbra lo que puede deparar el futuro de los Doors. Eso sí, siempre que eliminen disfraces que puedan convertir este digno recordatorio en una bochornosa Lluvia de estrellas.
Más teniendo en cuenta que la sombra de Morrison es demasiado alargada. Sólo puede servir de punto de partida, pero nada más. Al fin y al cabo, él supuso el ejemplo trasgresor, poético y genial con el que construyó la figura de la auténtica estrella del rock. Todos han partido de ahí.
Y Ian Astbury tiene mucho que aportar en este nuevo proyecto. Por su trayectoria y por discos como ‘The cult’, curiosamente considerado su primer disco en solitario y un álbum maltratado probablemente por su precocidad, donde mostró su capacidad para adelantarse a lo que sonó inmediatamente después... Todas las puertas están abiertas.